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Capítulos de La Vida en un Pueblo Indígena de Guatemala
[IntroducciónI. Niñez ] II. Cortejo y Matrimonio ] III. Vida Matrimonial ] IV. La Muerte y Mas Allá ] [ V. Consideracions Culturales ]
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La cultura de San Pedro, en común con otras culturas, suministra soluciones uniformes a ciertos problemas básicos a toda existencia social. Para que puedan perpetuarse, las sociedades deben resolver .con éxito problemas como el suministro de alimentos y la satisfacción de otras necesidades biológicas de sus miembros; la preparación de los reclutas para que puedan transmitir la cultura de la generación paterna; la reglamentación de la conducta individual para sujetarla a los intereses de la cohesión colectiva (organización social) ; el establecimiento de metas y estímulos que promuevan el esfuerzo (sistema de alicientes); y la mitigación de los temores acerca de la inseguridad (sistema de seguridad).

Estos aspectos de la cultura aparecen separados sólo en la mente de1 observador analítico. El nativo no establece diferencias entre sus diversas actividades. Tampoco es posible situar los elementos de la cultura claramente en una u otra de las categorías mencionadas arriba. Cualquier institución o detalle de la conducta convencional puede responder simultáneamente a una multiplicidad de necesidades. Es así como una reunión festiva para la construcción de una casa combina aspectos que pertenecen a la organización económica, a la social y al sistema de alicientes. La individualidad de la cultura de San Pedro se origina en las formas particulares para satisfacer los requisitos universales del vivir colectivo y de la manera de integrar los respectivos sistemas de necesidades dentro de un patrón cultural unificado.

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La organización social en San Pedro comprende la división de responsabilidades entre los sexos, las normas de autoridad dentro de la familia y el sistema graduado de servicio para administrar los asuntos políticos, judiciales y ceremoniales y para distribuir el prestigio entre los participantes. Como base de las por mas y fases de la organización social está el principio fundamental jerárquico que define el sitio de cada individuo en la estructura de dominación-sumisión, y que rige su movimiento ascendente dentro de esta estructura.

El principio jerárquico, que se refleja en el concepto del dominio masculino y de la superioridad de los mayores sobre los jóvenes, es aparente en los arreglos formales para comer y en el orden que debe guardarse para caminar. Cuando un grupo mixto camina a lo largo de un sendero, todos los hombres, sin consideración de edades, preceden al contingente femenil y dentro de cada sexo, los mayores van a la cabeza y les siguen los jóvenes. Una persona joven que se adelanta a un. mayor, no sólo demuestra falta de respeto, sino se expone al castigo mágico. Si camina por delante de una persona mayor, corre el riesgo de contraer algo de la edad del segundo y de volverse viejo prematuramente.

Dentro de la familia, los niños mandan a sus hermanos más pequeños y obedecen a los mayores. De acuerdo con esta costumbre, el sistema de terminología familiar no estipula un domino único para "hermano", sino más bien una serie de términos, uno que se refiere al "hermano mayor" y otro al hermano menor. Las mujeres distinguen en forma similar entre hermanas mayores y menores. Empero, las distinciones de edades no se cruzan de un sexo a otro; una hermana llama a su hermano de cualquier edad por el mismo término, y un niño usa sólo un vocablo para designar a una hermana de cualquier edad. De nuevo, esto se ajusta al concepto del dominio masculino, que no presta atención a la edad relativa entre hermano y hermana.

Cuando dos personas se encuentran, el más joven saluda primero invariablemente; el mayor responde al saludo. Los términos en los que se saludan afirman, respectivamente, deferencia y superioridad. Cada cargo en el sistema de servicio está graduado claramente con relación a los demás y los hombres que ocupan el mismo cargo se distinguen por orden numérico. De tal manera que cada asistente de alguacil sabe si es el primero, segundo o décimo segundo asistente, y cada mayordomo o subsistente en la cofradía sabe si es el primero, segundo o quinto mayordomo. Las propias cofradías y sus santos respectivos están escalonados de la misma manera, de la primera a la sexta, en relación, no sólo al grado de importancia, sino al lugar que corresponde a cada una en las procesiones religiosas.

El principio jerárquico está tan finamente arraigado en las mentes de los nativos, que ninguna explicación del propósito del autor al estudiar su comunidad, por ingeniosa o directa que fuese, les convenció plenamente, hasta que ideó el simple recurso de agregar, "Estoy aquí, porque mi jefe me envió." La obediencia a la autoridad propiamente constituida es la más persuasiva de todas las razones.

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El sistema de alicientes en San Pedro descansa sobre dos valores o ideales centrales: el buen éxito individual y el servicio a la comunidad. La meta del buen éxito personal exige esfuerzos incesantes para adquirir buena ropa, casas bien construidas, caballos y reses y, lo que es más importante, tierras para cultivar. La lucha por la riqueza se concibe racionalmente en términos de proveer a los hijos de un patrimonio respetable.

Al mismo tiempo, de los hombres se espera que subordinen sus intereses personales al bienestar de la comunidad. De acuerdo con este ideal, uno debe vivir una vida irreprochable mostrar respeto adecuado a la tradición y a la autoridad, y desempeñar con honorabilidad sus obligaciones sucesivas en el servicio. Los estímulos para lograr estos objetivos consisten en el deseo de evitar el aguijón del ridículo o el castigo de un juicio, y alejar la mala suerte obedeciendo a los mandatos de las fuerzas místicas y morales. Del lado positivo, la sociedad promete la recompensa de una posición relevante a los que se gradúan en el servicio a la comunidad, al convertirse en mayores del pueblo.

El ideal del progreso personal va de la mano con el ideal del servicio a la comunidad. Uno necesita acumular un acervo de bienes materiales para poder llenar los máximos cargos en el sistema de cofradías. Aun, algunos de los cargos más altos en la organización administrativa implican la distribución de alimentos y otros gastos personales. Es mas, la devoción a la causa del pueblo coloca a cada cual en gracia con las fuerzas que rigen el destino y aumentan la suerte en la empresa privada.

Mas, con la misma frecuencia, los dos valores operan involuntariamente en pugna. Los hombres a veces se muestran renuentes a disipar parte de su fortuna, ganada a costa de grandes esfuerzos, en las tareas que se les asignan en el servicio. No es del todo infrecuente que las familias se vean obligadas a vender tierras valiosas, con tal de poder satisfacer gastos de la cofradía. Cuando un hombre de edad media renunció al catolicismo para unirse al pequeño grupo de prosélitos protestantes, sus vecinos le acusaron de hacerlo con el objeto de escapar a un nombramiento inminente en la cofradía, el cual exigía fuertes desembolsos. Los conversos protestantes evitan en San Pedro el contacto con las imágenes de los santos, que consideran como idolatría. También renuncian al alcohol, cigarrillos y música de marimba.

La pugna entre el enriquecimiento personal y el sacrificio personal afecta a cada persona. La forma como se resuelve esta tensión, que tira en dos direcciones, depende de las circunstancias particulares y de los individuos en cuestión. Los dos ideales operan como un par de contrapesos que impiden al individuo inclinarse demasiado, sea en dirección de un exceso enriquecimiento personal, y, en consecuencia de un detrimento de la comunidad, o de un sacrificio personal extremo, que tenga como consecuencia la privación personal.

Muchas formas convencionales de conducta reflejan un equilibrio delicado entre la fuerza de atracción de la competencia y la fuerza de atracción de la cooperación. Un ejemplo de ello se observa en la actitud hacia las designaciones para el servicio. Rehusar, sería revelar una vergonzosa falta de interés cívico. Aceptarlas con avidez, revelaría una falta de ambición personal, ya que sólo una persona indolente recibiría con agrado la oportunidad de escapar a las obligaciones de ser el proveedor de la familia. La única transacción consiste en aceptar bajo presión. Un ciudadano preserva los dos ideales al decir, "No quiero (interés personal); pero debo (obligación a la comunidad)".

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El sistema de seguridad psicológica de la cultura de San Pedro, como defensa contra la incertidumbre, da por sentados tres niveles causales. En el más inmediato, los destinos de los hombres son regidos por sus propios esfuerzos: los que tienen lo que adquieren por medio del trabajo arduo, y los que sufren en la medida que eluden sus obligaciones. Pero todos los esfuerzos humanos son vanos, si no se cuenta con la cooperación de los poderes inmortales. Para conseguir su ayuda, los hombres deben ganarse la buena voluntad de dichos poderes, siguiendo la .tradición, obedeciendo a la autoridad y rindiendo el respeto debido a los santos y fuerzas ocultas de la naturaleza. Los hombres ganan la intercesión de los poderes tutelares por la oración y la expiación, actuando como intermediario un chamán entre el cliente y la divinidad. Las personas vengativas pueden ocasionar daños a otras si ruegan a las fuerzas del mal. Así que, en el segundo nivel, los destinos de los hombres son regidos por fuerzas invisibles, pero que están alcance de la manipulación humana. Los hombres no tienen por qué desesperarse, si el trabajo arduo queda sin recompensa o si el infortunio castiga al inocente pueden acercarse a los poderes adecuados para cambiar su destino.

Pero tal es el sino del hombre que, a pesar de las oraciones y el arrepentimiento, sus cosechas pueden armarse y sus hijos morir. Para evitarles la aflicción del fracaso y el estigma de la incompetencia, existe un tercer nivel causal final, que elimina la culpabilidad de sus hombros. Por medio de esta explicación final, el curso de la vida de los hombres queda determinado por el destino desde el momento del nacimiento.

Los chamanes conocen el calendario sagrado de los antiguos mayas. La esencia de éste consiste en ciclos recurrentes de veinte nombres de días, y cada hombre hereda su destino regido por el día de su nacimiento. Los contornos del destino de un hombre emergen en el curso de la vida, El tiempo revela si ha nacido para tener buen éxito o para fracaso, para sobrevivir o para morir, ser audaz o ser tímido. La mayor parte de los hombres se contenta con escudriñar su destino en e1 registro de su experiencia. Un hombre perdió dinero tratando de criar caballos; uno tras otro fallecieron. concluyó que no estaba destinado al criar caballos y lo dedicó a otros actividades. Otro hombre resolvió una emergencia al extraer con alicate a un vecino un diente infectado. Otros supieron de su buen éxito como dentista improvisado y llegaron a pedir1e favores similares. Ahora todos saben que tiene suerte en la dentistería.

Empero, algunos, oprimidos por la adversidad, consultan a un chimen, para adivinar su suerte y recibir un guía. El chuman, rige sus descubrimientos ocultos---y su buen juicio acerca del carácter humano-- aconseja a un cliente que cambie el curso de sus actividades, que tome cierto remedio, ruegue a cierto poder particular, expíe un pecado, o se resigne al destino específico deparado el día de su nacimiento.

Las tres dimensiones causales que componen este sistema de seguridad en San Pedro proporcionan una especie de consuelo a cada ser humano. El hombre recompensado por su trabajo se siente retribuido por su laboriosidad. El que sufre reverses temporales se consuela con la esperanza de que las fuerzas superiores le ayudarán, si hace la súplica adecuada o si demuestra la humildad apropiada. El que se ve abrumado por el infortunio encuentra sola en someterse a la voluntad de1 destino. El nativo no ve ninguna contradicción en descansar en tres categorías de explicaciones, según la conveniencia. No pierde tiempo en la formulación ociosa de reglas del universo. Pero en el subconsciente, los tres niveles de actos no son unos aspectos diferentes de un único desafío cósmico, visto en diferente perspectiva, y el cual, en sus varios aspectos, a su vez exige esfuerzo, humildad y resignación. En el análisis final, éstos son tres de los elementos que componen la perspectiva del hombre en todo el mundo.

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