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| Si Pedro Rafael
González (nacido en 1956) fue el primer artista de pintura al óleo de
San Pedro, su contemporáneo y pariente Mariano González (nacido en 1956)
le seguía de cerca. Como Pedro Rafael, Mariano se distinguía en dibujo
en la escuela primaria, pronto aspiró a volverse pintor, se hizo aprendiz
de José Antonio en la Ciudad de Guatemala, se ganó algunos premios en
una serie de exposiciones de arte y encontró en la galería El Sombol a
su primer mercado.
A diferencia de Pedro Rafael, quien se precia de no haber sido discípulo de nadie, Mariano lo fue de dos de los pintores más importantes de Santiago Atitlán, Manuel Reanda y Miguel Chávez. Este último recuerda que Mariano mostraba un interés insaciable en aprender cómo pintaba el maestro. "¿Cómo pinta el mercado de noche?" "¿Cómo se pinta la luz de las velas?" Mariano se había concentrado en pinturas pequeñas, detalladas, pero Manuel Reanda lo convenció de trabajar en lienzos grandes, y este giro empujó a Mariano hacia su fuerte particular. Es el maestro de la pintura grande, detallada, misma que realiza con confianza y velocidad, a veces en una o dos semanas. Muchas de sus mejores obras miden tres por cuatro pies. Una vez satisfecho con el bosquejo de su lienzo, Mariano aplica la pintura en un orden diferente al que sigue Pedro Rafael. Después de pintar, por ejemplo, las montañas y otros elementos del fondo, procede a pintar los edificios, árboles y otros aspectos del plano intermedio. En este punto, el cuadro pudiera parecer algo terminado, a excepción de unas áreas en blanco reservadas para las figuras humanas. Entonces pintará las caras, brazos y pies descalzos de la gente, antes de pintar su típico ropaje colorido. En ocasiones invierte el orden, pintando las ropas antes que las caras y extremidades. Si se trata de una escena de cosecha de café, tema favorito de pintores y público, añadirá las rojas cerezas al final, ya sea en las ramas de las matas de café o apiladas en alto dentro de una canasta enorme. Una innovación reciente de Mariano, es realzar el efecto decorativo del cuadro al dar a las cerezas una apariencia tridimensional, haciendo que el espectador quiera tocar las brillantes formas globulares. De manera que recuerda en algo a Rubens o a Titian, Mariano a veces convierte su estudio en un taller. Enseñó a su esposa a pintar y la dirige, junto con cualesquiera aprendices que tenga a mano, al pintar algunas de las miles de cerezas de café elevadas o los rasgos menos importantes del fondo de un cuadro. |
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| Mariano le
enseñó a Matías (nacido en 1959), su hermano tres años menor, a pintar.
Al igual que Mariano, Matías dejó su carrera de maestro a la mitad para
volverse artista. Como Pedro Rafael y Mariano, Matías vendió sus
primeros cuadros a El Sombol. En tanto que el estilo de Matías se asemeja
al de Mariano, sus pinturas parecen menos serias, en parte porque su
representación de la gente es más naive. Ya sea a propósito o no, a
veces comete errores, tales como cosechar plátanos de una palmera, que
tienen un efecto encantador y dan un toque de humor a sus pinturas. Más
que la producción de cualquier otro artista de San Pedro, las pinturas de
Matías, en especial las de la selva y los campos, recuerdan al arte de
Henri Rousseau. No es asombrarse que Mariano y Matías González sean pintores. Su tío, Rafael González y González, fue la primera persona de San Pedro la Laguna que se convirtió en pintor. Su papá, que empezó pintando mascaras, se ganaba la vida pintando iglesias, edificios municipales, letreros y lápidas. De niño, Matías ayudaba a su papá a pintar edificios, letreros y lápidas; empezó pasándole a su papá las brochas y las pinturas aprendiendo gradualmente de esta manera. Mas allá de su talento y trabajo duro, el éxito artístico de Mariano y Matías se debe en gran parte a la exitosa promoción de su arte por parte de su hermano Benjamín. Los hermanos Mariano y Matías González Chavajay, junto con su primo Pedro Rafael González Chavajay, son los pintores más distinguidos de San Pedro La Laguna. |
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